EL HOMBRE MISTERIOSO
Pete sabía que algo iba mal. No podía decir a ciencia cierta lo que era
pero su olfato nunca le engañaba.
Había estado en situaciones más peligrosas que esta y siempre presentía cuando la suerte le podía ser adversa.
En el aire flotaba un halo de fatalidad y Pete había visto lo suficientemente cerca la muerte en más de una ocasión para saber que aquella no era una noche cualquiera.
Raymond también parecía haber intuido el peligro. Se le veía inquieto. No paraba de hablar y tenia la mano lo mas cerca del percutor.
Raymond sabía lo que estaba en juego, sabía que cuanto más cerca estas
de tu pistola mas posibilidades tienes de salvar el pellejo y el viejo Dean
tenia las suficientes cicatrices en el cuerpo para demostrar que la teoría de
Raymond era cierta.
Dean sabía lo duro que era este negocio y sabía que las pistolas pueden
solucionar mas de un problema pero pude leer en sus ojos que aquella
noche podía ser la ultima de nuestras miserables vida.
Jonas nuestro jefe dijo que no había nada que temer. Simplemente era un
trabajo mas, un encargo como los múltiples que llevábamos acabo día tras
día para el señor Stone.
Entrar y salir, pero todos sabíamos que aquello no sería tan fácil en esta
ocasión.
Éramos tipos duros, tipos armados, tipos que habían visto a hombres
suplicar por su vida y sin embargo ese día pudimos sentir el miedo en
nuestras propias carnes.
No sabría decir que nos esperaba allí dentro. Puede que fuese el
diablo, puede que fuese la muerte o puede que tan solo fuesen
imaginaciones pero todos sabíamos que la realidad era bien distinta.
Allí había alguien o algo que iba a acabar con todos nosotros y con
nuestro pasado delictivo.
Estaba claro que habíamos cometido un error y los errores siempre
acaban pagándose.
Había llegado nuestra hora y nuestro fin, y lo peor de todo es que no había
tiempo para arrepentirse ni para pedir perdón.
Antes de que todo empezase ya había acabado. El primero en caer fue el
viejo Dean. Un disparo certero en su frente no hizo nada más que
confirmar los malos presagios.
Raymond asustado disparaba a todos lados con el deseo de acabar cuanto
antes con esa maldita pesadilla pero antes de vaciar el cargador había
caído de rodillas por el impacto de dos terribles balas que astillaron en mil
pedazos su rotula izquierda.
Jamás olvidare los chillidos de Raymond. Debieron de ser los 20
segundos mas largos de su vida.
Raymond chillaba sin parar como un animal herido mientras Pete y Jonas
no daban crédito a lo que estaba sucediendo.
Daba la sensación de que les estaba dando caza el mismísimo Kaiser Sose.
Antes de que pudiesen reaccionar Pete había sido acuchillado por la
espalda y Raymond recibía un tercer disparo mortal. Parecía que el final
estaba cerca. Ya solo quedaban ellos dos: Jonas, la mano derecha del
señor Stone y el hombre misterioso.
Allí estaba el hombre sin rostro con su pistola en la mano, sin ninguna
mancha en el traje, frío, sereno, tranquilo.
Sus ojos inertes miraban a su última victima. No lo pensó dos veces. Le
disparo cuatro tiros a quemarropa.
Jonas , un asesino, uno de los mejores hombres del señor Stone, experto
con el cuchillo y las armas de fuego parecía un niño asustado.
Nunca había tenido esa sensación en su larga trayectoria como criminal.
Después mientras la vida se le escapaba y consumía sus últimos minutos en
este mundo vio como el hombre cuya cara no lograba ver se marchaba
andando, perdiéndose entre el gentío como si fuese uno mas. Una persona
que trabaja en una oficina de 8 de la mañana a 5 de la tarde. Una persona
cualquiera que tiene un perro llamado Bobby y una mujer llamada Wendy,
pero ese hombre era diferente a la multitud de personas que caminaban a
diario por las calles de Nueva York. Había dejado a sus espaldas cuatro
cadáveres y entre ellos estaba Jonas, un hombre extremadamente
cualificado.
¿Quien era ese tipo? Esa es la pregunta que se hizo el señor Stone.
¿Quien era ese tipo que había matado a cuatro de sus hombres sin motivo
aparente?.
Este sueño se repetía constantemente durante los últimos meses y jamás
lograba ver la cara de ese hombre misterioso, pero yo no perdía la
esperanza de desenmascararlo.
Quería descubrir al igual que el señor Stone quien era ese asesino que me
atormentaba por las noches aunque todos intuimos que era la mismísima
muerte.
THE BLACK ANGEL
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