martes, 11 de diciembre de 2007

EL PASADO EN CIUDAD DE DIOS

Julius corría a la misma velocidad que se le escapaba la vida. La policía le

pisaba los talones y las balas silbaban su nombre a ritmo de samba.

Una tarde calurosa para morir. Niños jugando al balón con la misma

destreza que empuñaban un arma a la temprana edad de 11 años.

Recuerdos que golpeaban la mente de Julius mientras el sudor caía por su

frente en su desesperada lucha por sobrevivir.

Las piernas empezaban a no responder y el tan solo podía pensar en el

primer beso de Idmabelle.

Las sirenas de la policía parecían entonar un réquiem con el nombre de

Julius y su corazón empezaba a sonar como una batucada.

Tambores desenfrenados que estaban llamando a las puertas del cielo.

Julius pensó que debería haber estudiado. Debería haber intentado seguir

el camino recto pero también recordó que en las favelas el buen camino no

conduce a una vida mejor. El pobre Felipinho murió antes de descubrir

esta inmensa verdad y Julius pensó que quien a hierro mata a hierro

muere.

El balón, los libros o el sacrificio en ocasiones tan solo significaban unos

años más de vida en Ciudad de Dios.

Julius pensaba que si salía de esta no dejaría de correr hasta llegar a un

lugar seguro. Un lugar donde las balas no lleven escrito tu nombre pero

los disparos cada vez sonaban más cerca y la posibilidad de escapar

estaba tan lejos como Dios de la propia ciudad que llevaba su nombre.

El destino se escribe con renglones torcidos y Julius supo enseguida que

cualquier promesa futura de hacer el bien no podía cambiar su terrible

pasado.

La suerte estaba echada y los dados marcaban unos jodidos ojos de

serpiente.

Todo parecía indicar que Julius estaba señalado como un pirata maldito.

Nadie debería morir cuando empieza a andar pero a los 16 años en Ciudad

de Dios la gente volaba y cuando uno va tan deprisa cabe la posibilidad de

estrellarse.

Julius rezó por la vida de Idmabelle por que sabia que la suya estaba

perdida. Pidió a Dios perdón por todos sus pecados. Lloró por el dolor que

había infringido a familiares y a extraños, y rió amargamente al recordar

que no puedes engañar al diablo con una buena acción cuando en tu mano

hay restos de pólvora.

A los 16 años conoció a Idmabelle. La chica cambió a Julius pero los

enemigos creados a lo largo de los años no olvidan el pasado.

Siempre era la misma historia. La posibilidad de retroceder en el tiempo

era inviable y Julius lo sabía.

Julius tenia la certeza de que su pasado le mataría y no había manera de

corregir los errores.

El sol cada vez apretaba más cuando la primera bala alcanzó a Julius en

el costado derecho. Julius seguía corriendo mientras la sangre no paraba

de manar.

En esos momentos Julius recordó algunos de los instantes mas felices de su

vida. Aquellas tardes de verano en las que salía a pescar al río junto a su

hermano mayor y su padre.

Felipinho era un ángel y un excelente pescador, y ni siquiera su bondad

tuvo piedad en Ciudad de Dios.

La injusticia alcanzó a su hermano y la justicia le alcanzaría a el.

Julius juró vengar la muerte de su hermano y en ese mismo momento su

padre supo que había perdido a sus dos hijos.

Los tambores cada vez eran mas perceptibles y los pasos de Julius cada

vez eran más lentos.

Un segundo disparo hizo blanco en la espalda de Julius. Esa segunda bala

acabó con cualquier esperanza.

Todo estaba a punto de finalizar y Julius quiso dedicar sus últimos

pensamientos a Idmabelle y al hijo que nunca conocería.

La balada de Julius no iba a tener un final feliz pero puede que ese fuese el

precio que tenía que pagar por salvar a los suyos.

Una vida a cambio de otras.

A Julius lo mataron por la espalda. No tuvo la posibilidad de ver la cara

de su asesino pero no hacia falta, Julius sabía que le había matado su

pasado.

THE BLACK ANGEL

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